Capítulo 338

—¡No quiero la puta tostada! —le espeto con brusquedad, y en nuestra mesa todo el mundo deja de cortar, comer y hablar.

—¡Addison, esa boca! —contraataca Nick.

Mi tía y mi tío nos miran alucinados desde el otro lado de la mesa. Yo también estoy alucinada, pero no veo la necesidad de que me obligue a comer, y desde luego no veo por qué Dan tiene que quedarse y complicar una situación que ya es complicada de por sí. ¿A qué está jugando? No soy tan ingenua como para creer que se queda porque Nick no le cae bien o porque está preocupado por mí.

Ignoro la mirada incrédula de mi marido y las caras de sorpresa de mis tíos y me levanto de la mesa.

—¿Adónde vas?

Nick se levanta detrás de mí.

—Addison, siéntate —dice en tono de advertencia pese a que mis tíos están delante.

Ya debería saber que le importa un pepino dónde y con quién estemos. Se enojará conmigo o me hará suya donde quiera y cuando quiera. Mis tíos no son un obstáculo.

—Siéntate y desayuna, Nick.

Intento aleja
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