—Vale. —Vuelvo a atravesar el vestíbulo del Gramur a la carrera, miro mal a Clive, que sigue ignorándome, y pulso el código del ascensor. ¿Cómo es que no continúa en la planta baja? Espero con impaciencia a que baje de nuevo y entro corriendo cuando lo hace.
Salgo antes de que las puertas se hayan abierto del todo, meto la llave en la cerradura y la dejo ahí mientras corro a la cocina. Me detengo súbitamente y dejo escapar un grito ahogado al ver a dos personas sentadas en los taburetes, ambas con un aspecto bastante amenazador.
—¿Qué...? ¿Cómo...? ¿Cuándo...? —tartamudeo. ¿De dónde han salido?
—Hola —saluda mi tía con tono cortante. Mi tío está ahí sentado, sacudiendo la cabeza. No tengo claro si está enfadada o no. Quiero acercarme a ambos y darles un abrazo enorme, pero hace semanas que no los veo y, ahora que los tengo aquí, no sé cuál es su estado de ánimo.
—¿Cómo han entrado? —Por fin consigo formular una frase entera.
—Uy, ¿no lo sabías? Tu tío es un ladrón