—¿Estás bien agarrada?
—¡Sí! —respondo secamente, con lo que me gano una nueva palmada en el trasero.
Voy a gritar de frustración, y eso que ni siquiera ha terminado conmigo. ¿Por qué coño no detengo esto?
Oigo que contiene la respiración y empieza a salir. La presión disminuye ligeramente, pero entonces me empuja hacia adelante y vuelve a hundirse en mí con una potente estocada. Grito de nuevo.
—¡Agárrate bien, Addison! —Repite el delicioso movimiento y yo tenso las manos y apoyo la frente sobre mi antebrazo.
—¡Por favor, Nick! —le ruego.
—Te gusta, ¿verdad? —pregunta con voz lujuriosa y sedienta.
—Sí.
—Te gusta que folle con fuerza, ¿verdad, Addison?
—¡Sí!
—Sí, sé que te gusta.
Levanta las manos de mis caderas y me agarra de los hombros antes de embestirme de nuevo una y otra y otra vez, gritando de placer con cada arremetida. Entonces baja la mano hasta mi sexo y acaricia mi tembloroso clítoris con los dedos.
Yo grito, clavo los dientes en mi brazo de desesperación y