Lo miro con aire cansado.
—Claro, Richi te invitó para celebrar a su escritora. La única que escribirá un libro erótico y tu no supiste de quien se trataba —digo sarcástica.
—Huy, es verdad. —Una sonrisa empieza a dibujarse en sus labios.
No tengo tiempo para estos jueguecitos.
—Si me disculpas —digo, y me dispongo a marcharme, pero él da un paso y se interpone en mi camino.
—Esperaba que me dejaras invitarte una copa.
—La copa no incluye follada —le espeto.
Él frunce el ceño.
—¿Quieres hacer el favor de cuidar ese vocabulario?
—Usted disculpe —mascullo indignada—. Y haz el favor de volver a colocar el asiento en su sitio cuando conduzcas mi coche. —Él esboza una sonrisa totalmente infantil y yo me enfado todavía más conmigo misma al sentir que mi corazón se acelera. No debo permitir que vea el efecto que provoca en mí—. ¡Y no toques mi música!
—Perdona. —Sus ojos centellean con picardía. Es tan jodidamente sexy...—. ¿Te encuentras bien? Parece que estás temblando. —Alarga