Lo miro y veo su hermoso semblante desfigurado de incredulidad. La verdad es que me da igual. El siguiente, entonces, lo mismo me da. Me encojo de hombros y continúo masticando la tostada.
Frunce el ceño, enojado.
—Nos casaremos el mes que viene —espeta. Toma el tarro de nuevo y mete el dedo con agresividad—. El año que viene... —farfulla sacudiendo la cabeza.
Casi me atraganto con la tostada, y empiezo a masticar frenéticamente para vaciar rápidamente la boca. ¿El mes que viene? ¿Se ha vuelto loco?
—¡Nick, no puedo casarme contigo el mes que viene!
—Puedes y lo harás —dice sin mirarme.
Me paro a pensar un momento. Aún no les he dicho a mis tíos que estoy viviendo con él, y menos todavía que vaya a casarme. Necesito tiempo.
—No, no puedo —repongo, medio riendo. Debe de estar de broma.
Me mira con ojos feroces y vuelve a dejar el tarro con un golpe. Doy otro brinco.
—¿Perdona? —inquiere, realmente estupefacto.
—Nick, mis tíos ni siquiera te conocen. No puedes esperar que los l