Otro hombre está realizando la misma práctica sensual en el otro pecho, trabajando al unísono con el otro miembro, como si supieran perfectamente cómo complacerla. Los suspiros y las exhalaciones de la mujer indican que su empeño funciona. Mis propios pezones se erizan y se endurecen, y me aparto un poco al darme cuenta de que Nick me está observando. Lo miro y él desvía la mirada, pero en su rostro se atisba una sonrisa maliciosa. Sabe que estoy excitada. Siento vergüenza y vuelvo a centrarme en la escena, esperando que mi cuerpo se comporte. El tercer hombre se ha unido y la está acariciando entre los muslos.
«¡Joder!»
Su propia humedad permite que los dedos se deslicen por la entrada de su cuerpo con facilidad. El hombre retira la mano, estira el brazo y le pasa los dedos mojados por el labio inferior. La lengua de la mujer sale disparada para lamerlos. Después desliza los dedos hasta su barbilla y empieza a descender por el centro de su cuerpo hasta llegar a su sexo. El