Salto del lavabo, me quito las zapatillas mojadas y me bajo la cremallera del vestido antes de quitármelo por la cabeza. Entonces me carga sobre sus hombros y me saca del cuarto de baño.
—Me gusta llevarte en brazos —sentencia tirándome en la cama—. ¿Dónde están tus cosas?
—En la habitación de invitados —digo recuperándome del viaje por las alturas.
Deja claro su desagrado con un gruñido antes de salir del dormitorio para volver poco después con todas mis cosas repartidas entre su mano sana, debajo del brazo y la boca. Lo echa todo sobre la cama.
—Ya está.
Saco de la bolsa unas bragas limpias y mi sudadera negra extragrande, pero pronto me arrebata las bragas de algodón. Frunzo el ceño cuando lo veo rebuscar en mi bolsa y sacar unas de encaje.
Me las pasa.
—Siempre encaje —dice asintiendo con la cabeza, y yo obedezco sin pensar y sin quejarme.
Me pongo las bragas de encaje y la sudadera gigante. Nick se quita los pantalones de correr mojados y se pone otros de algodón azu