Decía muchas cosas: «Me gustas cubierta de encaje», «Me encanta el sexo soñoliento contigo», «Me encanta tenerte aquí»... pero nunca lo que yo tanto ansiaba escuchar. ¿Debería haberlo interpretado de otro modo? ¿Me estaba diciendo lo que yo quería oír pero con otras palabras? Buscaba sin cesar que le asegurase que no iba a irme. Si lo único que necesitaba era la seguridad de que no iba a largarme a ninguna parte, lo cierto es que se la di en muchas ocasiones, ¿no es así? Siempre le decía que iba a quedarme, pero entonces no sabía nada del Hotel. Y ahora lo sé y he salido corriendo.
Siempre me quería de encaje, no de cuero. Insistió en que era suya. Era posesivo hasta el extremo, más allá de lo razonable. Siempre quería taparme, que nadie me viera nada, sólo él. Lo del cuero, lo de compartir pareja y la exposición del cuerpo femenino debe de formar parte del día a día en el Hotel. ¿Estaba intentando convertirme en lo contrario de todo lo que conoce? ¿De todo aquell