—Bueno, ya que es así, sube el culo a la moto.
¡Si las miradas matasen!
—¡No! —digo con incredulidad. No le gusta nada que le ponga cara. No voy a arriesgar mi vida al subirme en esa cosa.
Me mira sin poder creérselo y se baja de la moto en plan espectacular, con los vaqueros ceñidos a esos muslos tan magníficos. Vacilo. Este hombre me afecta demasiado.
Me mira con fijeza.
—Tres.
Abro la boca de forma exagerada. No será capaz. No en plena Berkeley Square.
¡Va a parecer que me está secuestrando, violando y asesinando, todo a la vez! Yo sé que no es así, pero es lo que va a parecerle a todo el mundo, y odio pensar en lo que Nick es capaz de hacer si alguien intenta obligarlo a que me suelte.
Forma una desagradable línea recta con sus labios mientras me taladra con una mirada durísima.
—Dos —masculla con los dientes apretados.
«Piensa, piensa, piensa».
Resoplo.
—No voy a pelearme contigo en mitad de Berkeley Square. ¡Te comportas como un niño!
Doy media vuelta y me marcho. No se