—No tengo ni idea —dice muy serio y como si la cosa no fuera con él.
¿Dónde la habrá escondido, el muy traidor? No puede estar lejos. Busco por el apartamento levantando, apartando, abriendo puertas de armarios y mirando detrás de los muebles. Vuelvo a la cocina y me lo encuentro ahí sentado todavía, desnudo y tan guapo que hasta me molesta. Mi frenesí no le afecta lo más mínimo.
No tengo tiempo para esto. No puedo llegar tarde a la editorial, Alex quedra ver los nuevos capítulos.
—¿Dónde está mi puta ropa? —grito.
—¡Esa puta boca!
Lo miro y sacudo la cabeza. Lo siguiente que hará será lavarme la boca con jabón.
—Nick, nunca había dicho groserías hasta que te conocí... Tiene gracia, ¿no crees? Necesito ir a casa para poder arreglarme e ir a trabajar.
—Ya lo sé.
Y se mete en la boca otro dedo cubierto de mantequilla de cacahuete.
—¿Dónde está mi ropa? —Intento preguntarlo con calma, pero si no me la devuelve ya mismo voy a volver al modo furioso. No puedo llegar tard