La verdad es que sí. Qué perezosa. Asiento y sonríe con aprobación. Alza mi cuerpo desnudo entre sus brazos y me lleva a la cama. Me meto bajo las sábanas y respiro hondo cuando apoyo la cabeza en la almohada. El delicioso aroma a Nick inunda mis sentidos. Qué bien voy a dormir aquí.
Deja caer la toalla. Retiro las sábanas a modo de invitación y, en cuanto lo tengo lo bastante cerca, me acurruco en su pecho y entierro la cara bajo su barbilla. Mi aliento cálido rebota contra su cuello y vuelve a mi cara. Flexiono una rodilla y coloco una pierna entre sus muslos.
Estoy envuelta en él y es el lugar más tranquilo y agradable del mundo.
—Eres demasiado cómodo —susurro en su garganta.
—¿Sí?
—Sí.
—Me alegro. A dormir, pequeña. —Me da un beso en la coronilla y me aprieta contra él. No hay lugar para la distancia entre nosotros.
Recupero la consciencia con Nick acostado entre mis piernas y frotándome la nariz con la suya. Me obligo a abrir los ojos.
—Buenos días, Addison.
R