Ah, vale. ¿Y ahora qué digo? No parece en absoluto contento de verme, así que quizá debería irme antes de empujarlo a abrir otra botella. Aunque en ese caso tendrá que salir a comprarla, y eso probablemente le dé aún más motivos para cabrearse conmigo.
Concluyo que debe de necesitar tomar líquidos, así que me levanto y me dirijo a la cocina. Le llevaré un poco de agua y me marcharé.
—¿Adónde vas? —pregunta algo nervioso, incorporándose en el sofá.
—He pensado que necesitas beber agua —lo tranquilizo, un poco más animada.
No quiere que me vaya. He visto esa expresión en su rostro muchas veces. Normalmente tras ella suele aparecer el controlador dominante, después de inmovilizarme en alguna parte, pero no voy a emocionarme en exceso.
No tiene fuerzas para perseguirme, inmovilizarme o dominarme en estos momentos. Ese pensamiento me decepciona.
Mi respuesta lo tranquiliza. Sigo hacia la cocina y miro el reloj del horno mientras tomo un vaso.
Son las ocho en punto. He dor