El Dr. Andrés Castillo, quien acababa de llegar a la empresa, había leído varias de las propuestas durante el vuelo mientras se dirigía a la ciudad. Le había gustado una y le había dado el visto bueno, pero, por desgracia para él, esa no fue la que la junta directiva escogió. Quiso ponerse al tanto de lo sucedido en su ausencia y solicitó a la secretaria la grabación de las propuestas y toda la información disponible en formato digital.
Se interesó por la propuesta ganadora. Había que averiguar ¿por qué había ganado? Lo que le llamó la atención fue la expositora; no la había visto antes en la empresa, pero su rostro le parecía familiar. Se dirigió a recursos humanos con la carpeta que le habían entregado con la información de la reunión. Estaba molesto, ya que no contestaron sus llamadas para que le trajeran el currículum de esta empleada. En ese momento, su móvil sonó, y se dispuso a contestar sin darse cuenta de que alguien venía hacia él con muchos documentos en las manos, que le impedían ver bien. Como era de esperarse, ambos chocaron, y los papeles volaron por el aire.
Victoria se apresuró a recoger el desorden de papeles, que debía digitalizar, pues contenían propuestas publicitarias previas de su departamento y quería organizarlas y actualizarlas.
—¿Pero ¿qué le sucede a usted? —dijo Andrés, casi gritando.
—¡Lo mismo digo yo! ¿Qué pasa con usted? ¿Acaso no me ha visto con todos estos documentos?
Andrés y Victoria se miraron fijamente mientras se agachaban a recoger sus papeles.
—¡¿Qué haces en mi empresa?! —dijo Andrés, levantándose de repente, como si tuviera un resorte en la espalda.
—¡Aquí trabajo! —contestó Victoria, un poco confundida al ver a este despreciable hombre frente a ella.
—¡Trabajabas! ¡Estás despedida!
—¡Usted no puede despedirme! —respondió ella, sorprendida.
—Sí puedo despedirte. Soy el dueño de esta empresa y puedo hacerlo las veces que me dé la gana.
—¡¿Bajo qué argumentos justifica mi despido?!
—¡No tengo que argumentar nada! Solo recoges tus cosas y te vas.
Victoria lo observó detenidamente por un instante, luego miró a su alrededor y se dio cuenta de que todos los ojos estaban sobre ellos. Sintió una ola de vergüenza. ¿Cómo era posible que eso estuviera sucediendo? ¿Qué pensaría la gente de ella? Estaba siendo humillada, y eso era insoportable; deseaba que la tierra se abriera, la tragara y la escupiera muy lejos. Pero no se quedaría con esto. Tenía que sacar las garras y defenderse como una gata boca arriba... y ese era el momento.
—¡Me voy! ¡Aquí le dejo su estúpida empresa! ¿Acaso cree que me estoy muriendo de hambre? Puedo comprar esta empresa y aún sobraría, ¡no se equivoque con la gente, señor Castillo! Luego de decir estas palabras, Victoria tomó fuerzas y le propinó a Andrés una bofetada que lo dejó un poco atónito. Tomó los documentos que estaban en el piso y se fue rápidamente, dejando a Andrés sin palabras.
Ella, sin darse cuenta, se había llevado los documentos de él. Al darse cuenta, los tomó, regresó y se los lanzó a la cara, puesto que él aún se encontraba en el pasillo sin decir una palabra.
—¡Martha! ¡¿Martha, dónde estás?! —Andrés llamaba insistentemente a Martha, la encargada de recursos humanos. Necesitaba encontrarla urgente para que le cancelara el contrato a Victoria.
—¡Señor, aquí estoy!
—¡Necesito que le cancele el contrato a esta señorita! ¡No quiero verla en mi empresa nunca más!
—¡Sí, señor! ¡Como usted mande! —Martha corrió a su oficina para cancelar el contrato de Victoria. Todos estaban sorprendidos por la mala actitud de su jefe; Andrés tenía fama de ogro, pero nunca había despedido a un empleado a gritos como lo estaba haciendo con Victoria, quien había demostrado ser una excelente trabajadora.
Victoria, bastante molesta y herida en su ego, tomó lo poco que tenía en la oficina y se dispuso a marcharse.Su amiga Rebeca la acompañó en silencio, mientras los demás empleados las observaban y murmuraban terribles cosas sobre ella. ¿Cómo era posible que hubiera abofeteado al jefe? ¡Él era un mal jefe, un desgraciado! Pero… ¿golpearlo? Y aunque los murmullos no cesaban, en el fondo estaban felices, por fin alguien le había dado su merecido al ogro Andrés Castillo. __ Rebeca, amiga, préstame tu auto, ¡yo te lo llevo hasta tu casa después de llevar mis cosas a la casa de tía Helena! __ ¡Pero… tú no sabes conducir muy bien, además no tienes licencia! __ No va a pasar nada, ¡ya Dios me ha castigado lo suficiente! ¡Debe estar ocupado con alguien más a quien joderle la vida!Rebeca, sin querer, le dio las llaves de su auto a Victoria. No quería enfrentar la furia de su amiga en ese momento. Si había golpeado a Andrés, que era el jefe, ¿qué haría con ella, que solo eran amigas?
Brenda maquinó su plan en contra de su ex amiga. Había golpeado a Andrés delante de todos, y además parecía estar persiguiéndolos. Victoria debería darse por vencida. Andrés la había escogido a ella, debía rendirse y huir en busca de su propia felicidad. Estaba feliz de que Andrés la despidiera, pero pensándolo bien, era mejor y mucho más placentero verla sufrir. Quería restregarle en la cara su felicidad, que sintiera envidia, que sintiera rabia de ver cómo ellos eran felices y, sobre todo, que se diera cuenta de que ella ahora sería muy adinerada al casarse con ese acaudalado hombre. Y, lo más importante, que se convertiría en su jefe inmediato, así podría humillarla a su antojo.Se despidió con un apasionado beso de su prometido y dijo que se encontraría con Karoll para continuar buscando el lugar perfecto para la boda. __ Salúdame a mi querida hermanita. __ Ok, amor.Brenda corrió a la oficina de recursos humanos, necesitaba hablar con Martha urgentemente. Entró a la oficin
Ahora Martha debía llamar a Victoria para hacer que viniera hasta la oficina a firmar este nuevo contrato, o ir hasta donde ella estuviera para que lo firmara, sin darse cuenta de lo que realmente decía, sin que pudiera enterarse por ahora.Victoria, en el auto, lloraba desconsolada. ¿Cómo era posible que esto estuviera pasando? En ese momento, se sentía igual que cuando tuvo la cita con Andrés. Ese día la marcó demasiado fuerte. ¿Qué karma estaba pagando? - ¡Ni que hubiera matado a un cura para recibir tanto castigo! -se dijo, refiriéndose a su suerte algo torcida.Decidió detener el auto y calmarse. Así como estaba, tan mal y a la velocidad que iba, Diosito podría llevársela rápidamente al cielo, y eso no lo quería aún.Una Coca-Cola bien fría no le caería nada mal. Se detuvo en un puesto de comidas rápidas en el centro comercial Manhattan para calmar su sed. Quería pegarse una borrachera con licor y olvidar sus penas, pero no. Esa borrachera la tendría algún día bailando con sus am
Victoria olvidando ya lo sucedido, llegó feliz a casa, contándole a su tía el día tan difícil que había tenido, pero que al final todo mejoró con la devolución de su empleo. Para festejar este acontecimiento, le dijo que saldría con Rebeca y su novio Tomás. Su tía no puso ningún problema, total, su sobrina no le importaba mucho.Brenda se saboreaba la venganza contra Victoria por haber golpeado a Andrés y dejado en ridículo frente a todos los empleados. Se imaginaba todo lo que le haría a su ex amiga para que sufriera y finalmente se diera cuenta de que Andrés no era para ella. Ahora se estaba poniendo hermosa para salir con su prometido a una cena romántica, y luego se irían al apartamento del norte para continuar solo ellos dos y disfrutar del uno al otro.Pero Brenda, tenía que preguntarle a su prometido Andrés por qué había echado a Victoria, antes de que ella le diera la bofetada. ¿Acaso era por algo referente a la cita donde él no la eligió como su novia? __ No quiero tener
Estando muy cerca del baño, vio a Victoria, que hablaba por su teléfono móvil. La observó por un momento; era la primera vez que lo hacía con detenimiento. Tenía una estatura promedio, era delgada, de piel un tanto morena, su cabello castaño y ligeramente ondulado. Recordó haber visto sus ojos grises en su primera cita. Además, tenía un muy buen cuerpo y un trasero notable. ¿Por qué antes no me había fijado en ese gran trasero? Pensó, sintiéndose un mal observador. Ahora ella estaba allí, dándole la espalda, mientras él la miraba de arriba abajo. Para cualquier hombre, esa mujer era una delicia. Estaba en esos pensamientos cuando vio a alguien acercarse a ella: un hombre, que podría ser su nuevo novio. El hombre la tomó por sorpresa, tapándole la boca e intentaba llevarla al baño de hombres. Ella dejó caer su móvil e intentó desesperadamente defenderse de su atacante. Andrés, instintivamente, corrió a ayudarla. El delincuente intentó cerrar la puerta, pero Andrés lo detuvo con fuerza
Fin de semana. Victoria deseaba dormir hasta tarde, pero un mensaje de Bianca le recordó que debía ir al salón para tomar unas clases de pasarela y probar el maquillaje natural que le estaba ofreciendo. En verdad, no tenía ánimos de nada, ni de ver a nadie, y mucho menos esas clases de pasarela y maquillaje. Sin embargo, sí deseaba, por sobre todas las cosas, aprender todos los truquitos para verse siempre bella y fresca. Se preguntaba si debía ir hasta la estación de policía y denunciar al hombre que la atacó. Era un peligro para la sociedad, podría agredir a otras mujeres. Tenía que hacerlo, pero lo único que recordaba de ese horrible hombre era un tatuaje en la mano izquierda de un dragón. Les diría a los agentes sobre esa marca, para que lo buscaran o, al menos, hicieran algo contra esos hombres peligrosos. A pesar de no gustarle las clases de pasarela, se divirtió mucho. Fue sacada de su aburrimiento y de sus pensamientos sobre el ataque. Además, la policía dijo que investigaría
Andrés decidió dejar a Brenda que siguiera hablando, no quería discusiones tontas. Se concentró en conducir y nada más.Brenda estaba muy enojada con Victoria. Alegaba que su ex amiga, de un momento a otro, comenzó a maquillarse y a verse diferente, como si lo hiciera para quitarle a Andrés. __ Yo simplemente veo a una mujer que descubrió que es hermosa, solo quiere verse diferente y lo está logrando. __ ¿Por qué hablas así? ¿Acaso la prefieres a ella y no a mí? __ No he dicho eso, no pongas palabras en mi boca.Solo una semana le bastó a Victoria para tener todo planeado y contratado. A una semana de la boda, tendría que sentarse nuevamente y llamar a cada contratista para que enviaran todo a su debido tiempo, pues no quería contratiempos y deseaba que todos los detalles fueran perfectos para su "míster perfecto".Debía regresar a la empresa y retomar su trabajo. Martha, del área de recursos humanos, la envió a la nueva oficina que se había instalado recientemente, con un nu
Daniel, en el poco tiempo que llevaba conociendo a Victoria, ya sentía algo que no sabía cómo describir. Era una necesidad de estar a su lado, de verla, de escucharla, de compartirlo todo. ¿Qué le estaba pasando? ¿Acaso se había enamorado de ella? Así se lo hizo saber a su hermano Andrés, que comenzaba a sentir algo por una empleada de la empresa. Andrés fue tajante con su respuesta, pues no quería que su hermano volviera a sufrir. Venía de un mal matrimonio, donde su esposa lo engañó y terminó quitándole mucho dinero, casi dejándolo en la calle. __ Hermano, tú eres el mayor de los tres. No quiero verte sufrir como antes, así que por ahora date un tiempo. Disfrútala de todas las formas y luego decides si es la indicada para ocupar un lugar importante en tu corazón. __ ¡¡No hables así de ella!! ¡No la conoces! ¡No es igual a las mujeres con las que acostumbras a estar! __ Disculpa, hermano, es solo que hoy en día es difícil conseguir una buena mujer, sabes de que estoy habl