No sé qué había pasado, pero supongo que nos dieron algo que nos drogó, ya que me siento lento y desorientado ahora que estoy despertando. El sollozo de Arya me cabreó. Soy el único que la puede hacer llorar, porque hasta eso me pertenece. La venda de mis ojos fue quitada y, automáticamente, busco a Arya. Ella estaba a mi lado con la mejilla roja. Vuelvo mi atención a los cuatro hombres que estaban frente a nosotros y me doy cuenta de lo mucho que quiero matarlos.
Arya no debería estar aquí. Ella es la única inocente.
Estaban terminando de atar los brazos de Arya, cosa que la hizo hacer una mueca de dolor cuando sus brazos fueron jalados a la parte de atrás de la silla. Sus ojos estaban cristalizados y tenían algún tipo de emoción que desconozco. Su rostro fue apartado de manera abrupta, haciéndome moverme para intentar desatarme. El hombre la miraba con deseo.
Malditos cobardes, debieron haberme atado de último.
—Nos ganamos la lotería con el mejor doctor de este país —me mira otro