Capítulo 1

Moscú, Rusia.

En la actualidad...

Aleksandr (Sasha).

¿Cómo se supone que deba seguir contando mi historia si ya conocen al Sacerdocio? La mía es corta, pero perfectamente dolorosa. Me enamoré y fui dejado. Fin. Gracias por leerme, nos vemos en otra novela.

No, es mentira, sigan leyendo y enamórense más de mí.

Durante todos estos años, he estado tratando de mantenerme a flote con todo lo que pasaba en mi vida. No he tenido ni una sola noche de paz mental. El secuestro de mi hermana menor me dejó marcado para siempre, y el no poder encontrarla, cada día me carcome la vida.

—Sé qué hoy nos van a separar, pero te prometo que iré por ti. En donde sea que estés, debes ser la mejor y sobresalir. Así te encontraré. Promete que harás lo mejor que puedas, Nata —alzo mi meñique.

—Serás el mejor doctor del mundo. Yo te admiraré y seré igual que tú —sus ojos brillaban de emoción—. Aunque tardes mucho, te amaré hasta el final. Vas a encontrarme. Te esperaré para siempre, Sasha —alzó su meñique y lo unió con el mío.

Tal vez no era la mejor promesa para hacernos cuando éramos tan solo unos niños, pero somos hijos de mafiosos y no teníamos otro tipo de pensar a esa edad. Nunca la he dejado de buscar y sé que voy a encontrarla.

Si ella hubiese muerto, en la puerta de la mansión principal su cuerpo hubiese estado o, simplemente, en una plaza como advertencia para la Bratva.

Hace casi dos que rompí relaciones con mi familia. El último acto de bondad que tuve hacia Emili, fue salvar la vida a dos de sus guardaespaldas. Y uno de ellos, será el próximo Emperador de Alemania. Sinceramente, el tipo tiene toda la suerte del mundo.

Qué m****a.

No quería dejarlos vivir, pero de solo pensar que la mujer que yo amaba iba a sufrir, simplemente no pude seguir de largo. Los salvé para que ella fuera feliz.

"Los salvaste, eres el ídolo de muchas mujeres", bromea mi mente o, mi conciencia.

¿Por qué lo digo de esa manera? Bueno, porque la conciencia es el conocimiento que tiene un ser de sí mismo o su entorno.

¿Se entiende? ¿No? Bueno, no lo vas a entender y tampoco lo voy a explicar.

"Él no admite que yo existo. Este hombre es cruel, me maltrata con su lógica absurda y barata. Soy la conciencia sin voz", se queja mi cerebro.

No sé ni porque sigo discutiendo conmigo mismo. Creo que las noches sin dormir me están empezando a pasar factura. Nota de un increíble doctor. Si ya estás empezando a escuchar voces en tu cabeza, debes empezar a pensar en que tienes que ir al psiquiatra.

Yo no porque soy perfecto.

Corté las relaciones con mi familia con la esperanza de que Emili quisiera entablar alguna conexión conmigo, pero ni siquiera la amistad se pudo mantener. Somos conocidos que se amaron y decidieron ir por caminos diferentes.

Yo no quería alejarme de ella... fue por el Sacerdocio que tuve que hacerlo. A veces siento que ellos tuvieron razón, pero mi orgullo no me permite admitir que estaba equivocado. Me lamento todos los días lo que nos hizo vivir Fabrizio y el dolor que le cause a sus esposas. 

Y gracias a lo que pasó, no pude volver a utilizar un arma. Además de que dejé de ser mafioso y asesino.

Soy un mafioso jubilado.

—Casi un siglo sin esa mujer y sigues pensando en ella. Nunca había odiado tanto a alguien... —dijo, Ryan, entrando al consultorio.

Podría decir que Ryan es mi mejor amigo. Nos conocimos cuando yo entré a la primaria y empezamos a pasar el rato juntos. Ryan era el matón de la escuela y no, no era el chico malo que se enamora de la nerd y cambia por ella. Ryan había ido a la cárcel por posesión de drogas y robó a la mayoría de los profesores. Su padre era el mano derecha de mi padre antes de que perdiera la cordura.

Ryan y yo no sabíamos que nuestras familias pertenecían a la misma organización. Los niños no intervienen en la mafia hasta cumplir los catorce años. Y antes de volverse mi mano derecha, casi nos matamos también.

Mis padres se enteraron, intervinieron y descubrimos que pertenecíamos a la misma organización. Nos dimos cuenta de que no era necesario acabar con la vida del otro.

—Deja de estar perdiendo el tiempo en cosas banales. No estaba pensando en nadie en particular —respondo, viendo el resultado de unos exámenes en mi escritorio—. Mi vida no gira en torno a personas que ya no están conmigo. Pensaba en porque nos habíamos hecho amigos si nos íbamos a matar.

—Te conozco desde la primaria, Aleksandr —se sienta frente a mí—. Lo más probable es que tus pensamientos estaban en ella y te lamentabas el no poder estar con esa mujer —dejo de revisar las cosas para prestarle a tención, mientras él ya estaba sentado en la silla frente a mi escritorio— Somos amigos porque nos amamos profundamente y te diste cuenta de que tu vida sin mí es una completa agonía —alzo una ceja—. Estás tan agradecido de tenerme que temes que venga una mujer hermosa llena de curvas, me secuestre y me robe el amor que tenía exclusivamente para ti.

—Y yo creía que solo debía soportar el humor raro del Sacerdocio. Pero tú eres igual a ellos —lo señalo con indignación—. Yo ni siquiera te quiero, Ryan. Yo no tengo sentimientos por nadie —veo la hora en mi computadora y suspiro, aún falta tanto para el almuerzo—. Si viene una mujer a robarte, avísame. Te mando con un lazo y que tiene terminantemente prohibido devolverte.

—Yo no quiero a nadie —empieza a llorar fingidamente mientras se burlaba.

Entró una enfermera sin tocar y vió con sorpresa la escena de Ryan, que lloraba como si se le hubiese muerto el pez que tiene en su casa.

—¿Me imagino que la puerta en mi consultorio es invisible? —me cruzo de brazos, la mujer palidece—. Por educación, se toca una puerta antes de entrar. No soy tu amigo y mi colega está hormonal. Ahora viste cosas innecesarias —Ryan sonríe y la ve con soberbia, la mujer baja la cabeza—. Si vuelve a pasar, considérate despedida. Todo el mundo sabe aquí cuáles son las reglas y funcionamiento. Culpa tuya por no venir a la inducción. ¿A qué viniste? —me levanté de la silla, siguiéndola con la mirada.

La mujer alzó la cabeza con el ceño fruncido.

Típico de la gente inútil y amargada de aquí. Uno ya no puede medio hablarle porque se molestan. Que agradezca que estoy de buen humor y no le digo que quiero que me dé permiso de hacer unos estudios de sus ojos.

Tengo curiosidad por descubrir que tanto puede llorar si la torturo...

«Calma, Sasha, dejaste esa vida de asesino. Ahora eres un hombre santo», pensé con indignación.

—No quería venir a interrumpirlo, pero es que se trata de su nana —tragó grueso y siento como poco a poco me voy tensando—. No me di cuenta del error que había cometido, pero es que no quería perder tiempo... de verdad, lo siento mucho, director —se pone nerviosa, presiono mis labios porque no dice más nada—. Está herida en emergencia y hay un alboroto porque su sobrina no atiende el celular.

—¿Qué te costaba decir eso desde el momento en el que llegaste? —abro la puerta de mi oficina—. Sabes perfectamente en como joder el ambiente alegre y armonioso que tenía —a la mujer se le llenan los ojos de lágrimas—. Me cabrean las mujeres lloronas. Esta despedida saca tus cosas de mi hospital y pasa por administración para buscar tu indemnización —la miro fijamente—. Te daré el dinero suficiente para que te calles la boca y si por alguna razón hablas mal de mi personalidad, tus ojos llorarán sangre. Me entendiste, ¿verdad? —la amenazo.

—Sí, director. Lo he entendido perfectamente —respondió con miedo. 

Le hago señas para que se marche de mi consultorio y cuando ya se fue hecha lágrimas, salgo corriendo con mi amigo para sala de emergencias.

¿En dónde demonios está la fulana sobrina de mi nana? ¿Por qué nadie da con ella? Es como si la tierra se la tragara cada vez que es buscada.

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