**Mikail**
Lyra se veía tan frágil que me daban ganas de sentarme a su lado y no moverme nunca más. Pero sabía que cualquier palabra mal dicha rompería lo poco que aún sostenía entre nosotros.
Suspiré y me pasé una mano por el cabello.
—Estás muy sensible, Lyra. Será mejor que descanses. Ya hablaremos luego… de ese asunto —dije, intentando mantener la calma.
Ella me miró con esa mezcla de tristeza y rabia que se le daba tan bien.
—No quiero más promesas vacías, Mikail.
Sentí el latigazo de esas palabras en el pecho. Mis puños se cerraron con fuerza.
—¿Y qué quieres entonces? ¿Castillos? ¿Un anillo? —solté, con más brusquedad de la que pretendía.
El sonrojo en sus mejillas me dejó sin aire por un segundo. Tragó saliva y desvió la mirada, pero su silencio habló más que mil reclamos.
Mierda. Quería eso. Todo eso. Quería pertenecer. Ser elegida.
Y yo… yo no podía dárselo. No ahora.
La habitación se volvió un lugar demasiado estrecho de pronto. El peso de la manada estaba sobre mis hom