**Lyra**
El crujido bajo mis zapatos era apenas perceptible, pero para mí, sonaba como un estruendo.
Llevaba dos días viajando con la escolta secreta de Tharion, una ruta que solo él y unos pocos conocían.
El Rey Lycan había sido meticuloso. Planeó dos salidas, una por el norte y otra por el este, para despistar a cualquiera que intentara seguirnos.
A los ojos de nuestros enemigos, aún seguíamos en movimiento, confundiendo con rastros falsos y huellas borradas. Pero yo… yo ya estaba cerca de mi destino: las tierras de mi herencia.
—Estamos a unas horas, señora —dijo uno de los soldados, con una reverencia respetuosa—. El paso está despejado.
Asentí en silencio, una mano descansando sobre mi vientre. Ya habían pasado dos lunas desde que supe que estaba esperando.
En una loba, eso era casi media gestación. Mi panza comenzaba a notarse, suave y redonda bajo las telas ligeras.
La primera vez que una de las mujeres del clan de Tharion me lo señaló con una sonrisa emocionada, sentí un