La casa de los Savage estaba llena de una luz dorada esa mañana. Había una manera hermosa en la que veía la vida después de que Dalton me colocara el anillo. Aunque la amenaza de Massimo Conti seguía latente, la fecha de la boda se había fijado para dentro de un mes; pronto, para que nadie se arrepintiera. Era un acto de desafío, una forma de decirle al mundo y al villano que nuestra felicidad no se pospondría. Mi corazón estaba ligero, aliviado por la reconciliación con Dalton y la certeza de nuestro amor.
Estaba en la suite principal de la mansión, preparándome para la prueba de mi vestido de novia. Aura y Vera, las hermanas gemelas de Dalton, estaban conmigo. Se habían convertido en mis confesoras y cómplices, y su presencia alegre era un bálsamo. Me animaban en los días tristes y siempre pululaban a mi alrededor para reafirmar que Dalton era mi mejor elección.
—No puedo creer que te cases en tan poco tiempo, Daisy —dijo Vera. Su voz era un murmullo juguetón mientras ajustaba las l