Corría por los callejones de la ciudad y mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Había dejado a Zero en su guarida, sintiendo la adrenalina de mi derrota. El plan de venganza se había puesto en marcha, pero la sensación de triunfo se desvaneció tan rápido como llegó. Confié en traidores, en personas que tenían la vida comprada. Pensé que le venganza sería más fácil, pensé que no podría perder, pero la realidad era que solo era la marioneta de Darak.
Había conseguido que Zero me diera lo que necesitaba, pero a un costo tal alto como él. No debí confiar en él. Estaba desesperada, y la desesperación me llevó a no pensar con claridad.
—No te vayas lejos —dijo—. Te necesito aquí.
Mi sangre se heló. Me detuve en seco, mi corazón latió con fuerza y mi mano se aferró a la otra. ¿Qué estaba diciendo?
—¿De qué estás hablando? —pregunté.
Él alzó un hombro.
—Solo quería decirte que eres una de las mías, un fantasma, y un fantasma, no existe —dijo, su voz era un susurro peligroso—, hasta que no o