Habíamos dejado la carne de uno de los pumas y unos pocos recursos. Kelly y Kael habían mirado el contenido de las carretas y rápidamente habían decidido lo que dejaban en la aldea. Les había acompañado y había observado con curiosidad cómo habían repartido los recursos en función del tamaño de las familias y lo que les habían dicho en algún momento que necesitaban más. Aunque me pareció muy escaso lo que les dieron, ellos parecían muy agradecidos: incluso quienes les miraban con hostilidad lo aceptaban. Me sorprendí que ayudasen incluso los que estaban contra ellos.
"Algo así es impensable en la Capital. Si alguien te da algo, es por algún interés oculto" — pensé mientras avanzábamos, horas después, por un camino estrecho con la carne de los dos pumas y las dos carretas restantes. Kael cargaba con uno de los carros y yo con el otro.
"Parece algo altruista, algo que hacen porque quieren" — respondió mi lobo.
"Sí. Sólo son dos, pero hacen mucho más por los suyos que todo el Consej