Serethia notó la dirección de su mirada, por lo que subió más el cuello del suéter, sintiendo cómo sus mejillas se ruborizaban. Él no dijo nada ante la acción. En cambio, se recostó sobre un codo, mirándola desde abajo.
—¿Estás bien?
La chica asintió, no queriendo comenzar esa conversación.
—¿Segura?
—Sí… —su voz sonó más titubeante de lo que hubiese querido, por lo que decidió ignorarlo, esperando que Alec no lo hubiese percibido, y prosiguió: — Pronto desaparecerá, como el anterior.
Alec no insistió. Se limitó a mirarla con esa expresión que no sabía descifrar; una mezcla entre calma, curiosidad y algo que casi parecía… ternura.
—¿Tú… estás herido? —Serethia tomó valor de mirarlo. Él tenía el ceño fruncido, confundido—. Te lastime… otra vez —dijo, mientras observaba su abdomen. También se había percatado de las marcas que él tenía en la espalda—. No puedo controlar la retracción de mis uñas en… algunos momentos.
—Pronto sanará —respondió, restándole importancia. Se encogió de hombro