No queriendo seguir contemplando más la decadencia del lugar, cruzó la estancia hasta una pequeña puerta que estaba en el otro extremo de la habitación, adentrándose a otro pasillo en el que podía caminar sin preocuparse de ser vista.
Recorrió algunos más en la oscuridad, conociendo los caminos de memoria, hasta llegar a la biblioteca, con la esperanza de que nada hubiese sido movido.
Al ingresar, tomó una lámpara portátil de un estante que estaba cerca de la entrada y la envolvió con una de las sábanas que cubrían los muebles, doblándola hasta formar un improvisado caparazón que ocultara el fuego vivido de la llama a través de la ventana, en caso de que los guardias hicieran rondas alrededor de la mansión. Después, oprimió una pequeña palanca que tenía en el lateral y la llama se encendió.
Aún con la poca iluminación, pudo notar que los estantes también estaban llenos de polvo y telarañas, pero todo lo demás estaba tal como lo recordaba de sus días de estudio, como si el tiempo se h