Serethia parpadeó, tratando de recomponerse, aunque los ojos le picaban. Con esfuerzo, mantuvo su expresión neutra, como si aquello no le afectara, y miró a Kaelrya. Esta, permanecía con una sonrisa cálida, luciendo inusualmente feliz.
Sabía que debía mantener la calma, pensar de forma calculada si quería poder llevar a cabo su plan, pero no podía perder a alguien más… La idea era insoportable.
—¿Dónde…? —preguntó, esforzándose para que su voz no sonara temblorosa—. ¿Dónde está?, ¿está…?
—Imaginé que sería de tu predilección—mencionó, interrumpiéndola, mientras pasaba un dedo de forma lenta por el borde de la taza de cerámica.
Su tono parecía levemente decepcionado, debido a las pocas emociones que Serethia le había mostrado. Aunque había tratado de ocultarlo, había percibido el cambio en su aroma, pero eso no se comparaba con la expresión del rostro de alguien que sentía temor; una mezcla de conmoción, confusión, pánico y siempre una pizca de dolor.
Ese reflejo, le parecía muy place