Serena
—¿No crees que será problemático para ella vivir en otra manada con su nuevo compañero, si todavía está apegada a esta? —preguntó Natalia, batiendo las pestañas como si fuera la chica más inocente del planeta.
Mi mirada se dirigió hacia Elías, esperando su respuesta con anticipación. ¿Cambiaría de opinión ahora? Una parte de mí creía que no. Literalmente, había peleado con Carlos para mantenerme aquí, así que en definitiva tenía una razón para no dejarme ir. Sin embargo, no esperaba que fuera porque aún tuviera sentimientos por mí, sería una tonta si creyera eso.
Una expresión de duda cruzó el rostro cincelado de Elías. —Eso es absolutamente ridículo, esta manada es su hogar, así que no hay necesidad de desterrarla.
Mi corazón dio un vuelco. Lo sabía, no sería tan cruel como para echarme de mi hogar.
Las cejas de Natalia se fruncieron con decepción, no obstante, se acercó a él y rodeó su cuello con los brazos, como una serpiente que atrapa a su presa. —Pero su hogar es donde viv