La manada Volkov se reunió en el claro sagrado bajo la plenitud de la Luna Madre. Las raíces plateadas del árbol mayor formaban un anillo natural de asientos sobre la hojarasca, como si la Tierra en sí misma quisiera acogerlos. Antorchas de abedul lunar y guirnaldas de pétalos centelleantes se colgaban de las ramas, bañando el claro con un resplandor níveo. Cada miembro de la manada, en forma humana o lupina, ocupó su lugar según el antiguo linaje: kaeli al centro, sosteniendo en brazos a Flor de Luna, su recién nacida, y Daryan a su lado, con la mirada fija en el brillante óvalo de plata.
Al fondo, Serenya colocó una gran vasija de agua pura, extraída del Lago del Renacimiento, junto a un cuenco de savia templada. Thalen arreglaba ramajes de raíces doradas para formar un altar portatil. Selin tejía coronas de hojas plateadas que luego rociaba con polvo lunar. Marek dejó bancos de piedra bruñida, marcados con runas de acogida. Cada gesto era un tributo al linaje, un acto de agradeci