Capítulo 38. Celos
Estaba que echaba humo. Había pasado toda la tarde en el bufete, soportando la vigilancia de Fabio y la frustración de que Alejandro no estuviera. Necesitaba verlo, necesitaba esa conexión para tranquilizarme después de la tontería de la tarea de Derecho Penal.
La firma se sentía grande y vacía sin él, como un teatro donde solo yo conocía el secreto detrás del telón.
Eran casi las once cuando lo oí. Subió las escaleras con ese paso firme que solo él tenía. Lo esperaba en el pasillo, con los brazos cruzados y la paciencia agotada. Había imaginado esta confrontación todo el camino a casa.
—¿Dónde diablos estabas? —solté, en cuanto llegó a la puerta de su habitación. No era solo rabia, era miedo. Miedo de que él se estuviera alejando.
Se detuvo y me miró con una ceja alzada, cansado, pero tranquilo. Esa calma suya siempre me sacaba de quicio.
—Valeria. Vengo de estar en la empresa con un tema de unas inversiones que teníamos que cerrar. Luego me quedé con unos clientes. ¿Qué haces levant