146. El descubrimiento
Ha-na había escuchado cada palabra porque Hee-sook la había llamado para que escuchara.
Hee-sook solo quería molestarlos un poco más. Pero solo era por capricho y por probar qué tanto se querían.
Ha-na, te dije que Heinz era mi prometido, pero tu tenías una aventura con él. Creí que reas mi amiga, mi compatriota, pero me robaste a mi prometido.
Hee-sook moldeó una sonrisa astuta y perversa. Estaba en un punto álgido en la trama de sus relaciones. Era el momento de causar el mayor de los problemas.
Ha-na sintió que el aire se volvía pesado, como si el mundo entero se hubiera detenido a su alrededor tras escuchar las palabras de Hee-sook. Las confesiones de Heinz resonaban en su mente como un eco implacable, cada frase golpeando su corazón con una fuerza inesperada. Las palabras de Hee-sook eran como veneno, mezclando verdades y manipulaciones con un ingenio calculado. Por un momento, Ha-na sintió que todo lo que había construido a su alrededor, sus muros de autoprotección, sus límites