145. La cancelación
—Debo decir algo —comentó Heinz, captando la atención de los adultos. Apretó los puños y tensó la mandíbula—. Desde niño conocí a una mujer la cual me gustó porque era diferente a las demás, era asiática y su rostro hermoso me fascinó. Pero ella era mayor y yo solo un niño… La edad nos separaba ética, legal y socialmente. Era imposible en ese entonces, pero pasaron muchos años y ahora eso no es un problema. Solo la quería a ella, no solo porque se asiática, sino es porque quien me embelesó y de la que no he podido olvidarme ni un segundo. —Miró a su prometida—. Lo siento, Hee-sook, no tengo sentimientos por ti y no deseo casarme contigo. Me disculpo, pero este matrimonio está siendo impuesto por ustedes. No es mi intención faltarle el respeto a usted o Hee-sook, es que no puedo hacer algo que no quiero… La mujer que amo es asiática, es coreana y su nombre es Harada Ha-na… Mi flor.
Hee-sook apretó los labios ante la confesión de Heinz. En verdad los Dietrich eran hombres dignos, tanto