118. La pasión
El reloj marcó el fin de la jornada; ambos sintieron una mezcla de alivio y anticipación. Ha-na recogió sus cosas con calma, asegurándose de no cruzarse demasiado con Heinz mientras los demás empleados salían de la oficina. Él esperó en su despacho hasta que el edificio comenzó a vaciarse, revisando documentos con una concentración que no era del todo genuina.
Así, cuando el silencio dominó el espacio, Ha-na apareció en la puerta de su oficina. Solo lo miró con una mezcla de complicidad y expectativa. Heinz dejó los papeles a un lado y se levantó. Su imponente figura iluminada por la tenue luz del despacho.
Las luces de la ciudad nocturna se derramaban a través de las ventanas, bañando la oficina en un resplandor tenue y etéreo. Allí, en medio del elegante mobiliario y el aroma empresarial, Heinz y Ha-na estaban inmersos en un torbellino de emociones que habían contenido durante demasiado tiempo. Todo alrededor parecía desvanecerse mientras sus miradas se encontraban, tensas pero carg