—Ja, sí, fui yo. ¿Y qué vas a hacer al respecto? —Beatriz miró a Mariah con desdén y continuó—. De todas formas, no pasará mucho tiempo antes de que no puedas hablar en absoluto.
Mariah entendió por las palabras de Beatriz que su intención era acabar con ella, y rápidamente empezó a idear una forma de escapar de esta situación.
—¿Tienes la grabadora ahora? —recordó de repente y preguntó con ansiedad.
Ante esto, Beatriz sacó la grabadora de su bolso.
—¿Esta? —dijo, dejándola casualmente sobre el escritorio.
Como Mariah todavía estaba atada e inmóvil, Beatriz no temía que pudiera tomar la grabadora.
Mariah miró la grabadora y tuvo una idea repentina. Sonrió y dijo:
—¿De verdad crees que tener la grabadora significa que estás a salvo? Para ser honesta, mientras esa persona reproducía la grabación para mí, yo grabé todo en mi teléfono y lo envié.
—¿Qué?! —Beatriz sintió un estremecimiento de shock ante esta revelación.
Mariah continuó:
—Además, tengo un dispositivo de rastreo instalado en