—¿No será que se fijó en la fortuna de la familia Vargas y por eso está con ella?
—Para nada. Ese tipo tiene toda la pinta de ser un gigoló, de esos guapos que te envuelven como si nada.
—Un mantenido como él no va a llegar a ningún lado, siempre vivirá de las mujeres.
A Sofía le temblaba todo el cuerpo de la rabia mientras leía los comentarios en internet. Siguió desplazándose por la pantalla hasta que se dio cuenta de que ya no tenía fuerzas ni para abrir los perfiles y ver quiénes eran los que escribían esas cosas.
Alejandro la contempló, con ternura y preocupación al verla en ese estado. La rodeó con el brazo para consolarla.
—Ya, tranquila. Te lo dije, no te preocupes por mí. Si a mí no me importa lo que digan, a ti tampoco debería.
—Con que nosotros estemos bien, es más que suficiente.
Ella sabía que tenía razón, pero no podía evitar que los comentarios la afectaran. Lo miró, observando la sonrisa en su cara, y apretó los labios sin decir nada.
Estaba segura de que, si la situaci