—A ver, ¿cómo piensas arreglar esto? Y voy a ser muy claro, la empresa no tiene tanto dinero disponible para que lo estés manejando a tu antojo, y eso lo sabes.
El señor Reyes se levantó de golpe.
—Además, este tal John Carter era tu cliente. Si de repente nos dio la espalda, ¿no crees que deberías ponerte a pensar que hiciste algo mal?
La mirada de Sofía se volvió seria.
—Y según usted, ¿en qué debería reflexionar?
La situación de la empresa no era algo que ella deseara, pero ver cómo venían a reclamarle, uno tras otro, la hacía sentir como si ella misma fuera la culpable de que el cliente hubiera cambiado los términos del contrato.
—Pues muy fácil: recupera el proyecto y haz que el precio vuelva a ser el de antes.
Lorena apoyó las palabras del directivo y miró a su hija, presionándola en silencio, como pidiéndole que cediera y no se mostrara tan inflexible.
Estaban coordinados. Era claro que toda la escena estaba montada para acorralarla.
—Ya se los dije cuando entré: yo me voy a enc