Capítulo 333
A Alejandro le había agarrado un gusto particular por su cama. Y cada vez que se acostaba, insistía en estrecharla con fuerza entre sus brazos.

Al principio, a Sofía le costó un poco acostumbrarse, pero con el tiempo lo aceptó como algo normal. Además, el clima comenzaba a enfriar, así que tener una fuente de calor natural a su lado no era algo de lo que pudiera quejarse.

Cuando vio que ella se preparaba para ir a trabajar, se ofreció a llevarla, pero ella se negó en seco. No le quedó más remedio que dejarla ir sola. A veces, cuando se le metía algo en la cabeza, era imposible hacerla cambiar de opinión. Nadie podía controlarla ni convencerla.

Después de presenciarlo varias veces, había aprendido a no insistir en esos temas. Sabía que ella era indomable. En lugar de discutir por pequeñeces, prefería concentrarse en su bienestar.

—¿Qué te parece si te preparo la cena cuando regreses en la noche?

Se quedó sorprendida un instante y luego aceptó. Al pensarlo, se dio cuenta de que había pas
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