El grito de Marcela dejó a todos pasmados. Tardaron un momento en reaccionar. Cuando por fin lo hicieron, un murmullo colectivo se alzó mientras todos comenzaban a expresar sus opiniones sobre ella.

—Es la mejor amiga de Sofía, ¿no?

—Pero si no dijimos nada malo de su amiga. ¿Por qué se pone así?

—Ay, por favor. Se le nota que algo esconde. Conozco perfecto a la gente como ella.

La mayoría asintió, convencidos.

Incluso la mujer del vestido rojo sonreía con un gusto triunfal.

«Ahí está. A las tipas como esa, a las que se meten en relaciones ajenas, nunca les va bien».

La gente escuchaba. Todos se estaban dando cuenta de que Sofía no era quien parecía.

Valeria, por su parte, sonreía para sus adentros. «No me esperaba que Diana fuera tan eficiente», pensó. «A veces, las cosas que dice la del vestido rojo son tan directas que ni yo sabría cómo responder. Y esa cara que pone... se ve tan real, tan convincente».

Se felicitó en silencio.

«Qué suerte haber encontrado a una seguidora tan útil.