Pero Valeria no estaba dispuesta a dejarlo así.
Con una frialdad calculada, rompió el silencio.
—Mamá, ¿por qué no lo arreglamos aquí mismo? Ya todo el mundo escuchó lo que pasó, no tiene caso intentar ocultarlo.
Sus palabras parecieron sacar al resto de su asombro.
—¡Claro! ¡Estaba coqueteando con el esposo de otra! ¿Cree que tiene la razón? ¡Todos lo escuchamos! Tienes que darnos una explicación.
Una mujer con un vestido rojo fue de lo más tajante.
—Yo detesto a la gente como tú. Eres joven, bonita... ¿Qué necesidad tienes de destruir la vida de otros?
La mujer se enfureció tanto que incluso hizo el amago de quitarse un tacón para arrojárselo a Sofía a la cara.
Marcela observó el gesto de aquella mujer y se molestó.
—¡Está loca! ¿Qué estupideces está diciendo?
—¿Loca? —La mujer sonrió con burla—. Me da igual lo que creas. Todos conocemos la realidad.
En ese momento no le temía a nada. Le daba igual si sus acciones le traían consecuencias.
Lorena había intentado restarle importancia a