—Mucho mejor así —Sofía arqueó una ceja con elegancia—. Entonces, Daniel, haz el favor de sentarte y portarte bien. Conténtate con verme subir al estrado a dar mi discurso.
Daniel observaba el rostro triunfante de Sofía, y los puños, que mantenía a los costados, se fueron cerrando con lentitud.
«Maldita, me la vas a pagar.»
Ella le sostuvo la mirada sin el menor rastro de temor.
Fue Laura quien tiró del brazo a Daniel; solo entonces, él se sentó de mala gana.
Al ver esto, la sonrisa en los labios de Sofía se ensanchó poco a poco.
Ya que algunos querían venir a hacer el ridículo, no le importaba seguirles el juego un rato; total, no le costaba nada.
Se dio la vuelta y se acercó al responsable, quien le entregó el documento de adjudicación.
—Felicidades, señorita Vargas. Esperamos que la colaboración entre Altamira Desarrollos e Inmobiliaria Panorama sea muy fructífera.
Ella asintió levemente.
—Por supuesto.
Se volteó para observar a los presentes en el salón de eventos, sin pasar por al