Las horas transcurrieron lentamente. La gente de Anthoine. se había movilizado con eficiencia; Máximo ya estaba en Argentina y todo marchaba según lo previsto. Habían tomado una decisión: pagarían el rescate por la seguridad de Hubert, y solo después, cuando estuviera a salvo, Máximo entraría en acción para enviar un mensaje claro a los socios: nadie traiciona a la familia Della Croze impunemente.
Al llegar a Pereyra, Máximo se reunió con los socios de su tío. En representación de la familia, les agradeció el apoyo. La reunión tuvo lugar en la elegante casa de Genoveva Pereyra Iraola. Aquella residencia, que fingía ser una oficina improvisada, no era más que una fachada para encubrir el viejo amorío entre Genoveva y el gobernador.
—Por supuesto que pagaremos el rescate. Lo más importante para la familia es la seguridad de mi tío —dijo Máximo con tono firme, pero medido—. La policía trabaja de oficio, pero la familia no ha hecho ni hará ninguna denuncia. Solo queremos recuperar a mi ti