ADRIANO
Me senté en la mesa junto a ellas, todavía con el cabello húmedo por la ducha. El aroma del pastel que habían traído de la cocina se mezclaba con el del café recién hecho. Mamá cortaba trozos generosos para todas, mientras Nana servía el café como si fuera una ceremonia.
—Adriano, cuéntanos —dijo mamá, dándome un vistazo rápido—, ¿cómo están las cosas?
Podría haber hablado de la empresa, de reuniones o inversiones, pero lo primero que me salió fue:
—Dalia está estudiando.
Las dos mujeres dejaron de moverse por un instante, sorprendidas y sonrientes. Mamá fue la primera en preguntar:
—¿De verdad, mi niña?
—Sí, ahora recibí una beca que cubre toda mi carrera. Estoy contenta, solo debo mantener mis notas.
Yo me ahogué con el agua que estaba tomando y mi madre levantó una ceja. Me descubrió… lo sabía.
—Está estudiando Administración de Empresas con mención en Gastronomía —dije, tratando de cambiar la atención que mi madre tenía sobre mí.
Dalia me miró asombrada porque lo recordara