QUIERO QUE ESTÉ TRANQUILA.
ENZO
Tomé la mano de Alessia. Aún sentía que estaba nerviosa por lo que pasó en la mansión. No había dormido bien. Estas noches había estado cuidando sus sueños. Se despertaba asustada, a pesar de que cuando Adriano me avisó, volvimos de inmediato y le dije que se quedara en el auto. El ruido del tiroteo y, al entrar a la mansión, ver a Sara y a Jacke abrazando a los bebés la dejó hecha un manojo de nervios. Tan solo pensar que pudo perder a los trillizos que adoraba como si fueran suyos la dejó sin aliento.
La miré y me dolió verla tan frágil. Me dolió porque sé lo que ella siente. Porque yo también tengo esa rabia que no se quita: la rabia de la noche, la culpa de no llegar antes, la furia que se te mete en la garganta cuando alguien intenta tocar lo que es tu familia. Pero con ella tengo que ser otra cosa. Tengo que ser calma.
—Amor, ¿qué te parece si vamos a pasar este fin de semana a la playa, para que te relajes? —le dije, tratando de sonar relajado.
Ella me devolvió la mirada y