DALIA
Nunca imaginé que el día más esperado de mi vida se convertiría en mi peor pesadilla.
Había pasado toda la noche a su lado, con la cabeza recostada sobre el borde de la cama, su mano entre las mías. La tensión en mi pecho era tan intensa que cada respiración dolía.
Desde que murió papá, Adriano se había convertido en lo único que tenía. Mi ancla. Mi hogar. Mi familia
—Adriano… mi amor…
Me incorporé con rapidez, sintiendo la punzada de mis músculos entumecidos. Lo vi despierto. Vivo. Sentado.
Corrí a abrazarlo con el alma llena de luz… …y el cuerpo tembloroso.
Por un instante, su cuerpo quedó rígido. Su aliento entrecortado.
Pero entonces… su cuerpo se tensó al sentir mi toque.
Me apartó con violencia. Su mirada se tornó afilada, como si estuviera frente a un intruso.
—¡¿TÚ QUIÉN MIERDA TE CREES PARA TOCARME?!
Me congelé. Mi mano quedó suspendida en el aire, como si su rechazo me hubiera paralizado las venas.
—¿Adriano? Soy yo… Dalia. Tu esposa… por favor dime que no me olvidast