ADRIANO
Estaba en mi oficina, revisando unos documentos que Gael había dejado en el escritorio, pero la tinta en las páginas era solo un borrón frente a mis ojos. No podía dejar de pensar en lo de ayer. En ella poniéndose frente a un arma. En su voz quebrada rogando que no me pasara nada. Le había pedido que investigara a Enzo, por qué quería matarme, si él estaba detrás de mí, era porque mi cabeza tenía precio, quería tener toda la información antes que llegara ese idiota a mi oficina. Tendríamos una conversación larga y tendida con Calassi.
Me pasé una mano por el cabello, tratando de concentrarme, cuando el teléfono vibró. El identificador mostraba el número del minimarket. Contesté de inmediato.
—¿Dalia está bien? —pregunté, incluso antes de escuchar la voz al otro lado.
Era la jefa de Dalia, le había dejado mi número para cualquier emergencia con Dalia y ahora sonaba nerviosa.
—Señor Blackstone… lo siento si me entrometo, pero un hombre extraño vino a verla. No parecía cliente. S