18. Venganza hacia los Romanov
Lorenzo
Reí a carcajadas mientras revolvía el contenido de mi bebida exótica —la más cara de este país—. Finalmente, había ganado mi primera jugada. Había vencido a la reina en el ajedrez. Víktor estaba tras las rejas, acusado de una malversación que, curiosamente, él no cometió… al menos no de forma consciente. Fue mi obra maestra. Una jugada limpia y elegante. El muy idiota ni siquiera había tocado un centavo, pero lo hundí sin que se diera cuenta.
Lo mejor es que aún no imagina lo que le espera.
Mi tercera jugada será simple: su única salida de prisión será a través de su esposa. Pero hay una condición: el divorcio. Porque ella ahora me pertenece. Le guste o no, ella misma lo sacará de esa maldita cárcel, pero antes… se entregará a mí. Y eso es precisamente lo que me tenía exaltado. Un mes entero he esperado por esto. Un maldito mes reprimiendo el deseo, la impaciencia, la obsesión.
Pero ya casi.
Pronto estará en mi cama, gemirá mi nombre y será mía todas las noches, sin descanso.