BYRON HARRINGTON
Me quedé en la orilla de la cama mientras escuchaba la caída del agua dentro del baño. De pronto el pasado llegó como una sombra oscura llena de sonidos, especialmente la voz de Amber, a veces dócil, otras nerviosa y torpe, pero siempre ahí, en mi cabeza.
Me levanté de la cama y abrí la puerta del baño lentamente, fingiendo que no sabía qué era lo que buscaba. El vapor enturbiaba los vidrios y no me permitía ver su silueta con nitidez. Me acerqué con los pies descalzos y el torso desnudo. Posé la mano sobre el cristal y mi corazón se detuvo cuando lo aparté tan lento que Amber no se dio cuenta de mi invasión.
Su piel, tersa y nívea estaba maltratada, había moretones de gran tamaño en sus costillas, de esos que se ven más rojos que morados. No pude contenerme y extendí mis dedos hacia ella, acariciando una mano marcada en su brazo, entonces por fin volteó hacia mí con un leve brinco y los ojos bien abiertos.
¿Había visto, durante nuestro escape del hospital, ese more