Bianca bajó la mirada, sus ojos fijos en el colgante en forma de corazón. Una sonrisa de enamorada se extendió por sus labios. La joya brillaba con una luz propia, y su corazón, por alguna razón, se sintió más ligero.
—Te lo agradezco mucho, Eric. Es un regalo muy bonito para mí. Me ha gustado bastante.
Él le tomó el rostro con ternura, una sonrisa cariñosa en los labios. Se inclinó y dejó un beso suave sobre los de ella. Cuando se separó, ella no pudo evitar sentirse nerviosa, y sus mejillas se sonrojaron de nuevo.
Ajenos al amor que los rodeaba, en otro lugar de la ciudad, los hombres que Tatiana había contratado para hacer el trabajo sucio la llamaron.
—Lo sentimos mucho, señora, pero esta noche no podrá ser posible. El señor Harrington se encuentra en el edificio y todavía no ha salido. Es muy difícil para nosotros poder acceder a ese lugar. Preferimos esperar hasta otro día.
Solo al escuchar esas palabras, Tatiana se molestó. Su voz, cargada de rabia, retumbó por la hab