Steven, un poco agotado, había regresado de la universidad después de haber estudiado sin parar y de recibir clases.
Amaba demasiado la arquitectura; era un sueño para él convertirse en un profesional.
Pero eso no significaba que no fuera algo bastante fuerte para él, algo demandante que le exigía demasiado de sí mismo. Estaba dispuesto a continuar esforzándose y a hacer sacrificios para poder alcanzar sus objetivos. Después de un día largo, llegó a casa ya anocheciendo.
Lo que no esperaba era encontrarse a Bianca en la cocina. No le molestaba que ella estuviera haciendo algo, pero le inquietaba que pudiera estar sintiéndose incómoda y estorbando, y por eso estaba haciendo todo ese tipo de cosas para intentar ayudar.
—Buenas noches, Bianca. Lamento regresar tan tarde. ¿Puedo saber por qué te has puesto a cocinar? Además, tenía intenciones de compartir contigo esta pizza —añadió, mostrando la caja de pizzas que traía en la mano.
Ella volteó y miró al hombre, y entonces sonrió un poc