— Sabía que eras tú, siempre lo supe… — Susurró Alicia para levantar su mano y soltar una fuerte bofetada en la mejilla de Ania, que le hizo girar el rostro. — Maldita mentirosa, todo fue un plan para hacerme quedar mal, ¿no?
Esto, Ania no se lo esperaba, se quedó por un instante allí, sosteniéndose la ardiente mejilla, en silencio, pensando, improvisando un plan.
Pues si su mayor deseo era que Liam nunca se enterará de la existencia de Elián y se lo arrebatará, el que Alicia lo supiera, implicaba un peligro todavía más grande.
Al otro lado de la puerta, Liam había escuchado el golpe seco, ¿Ania no acababa de salir? ¿Algo le ocurrió? Él se quitó la vía de la mano y con mucho cuidado, se levantó, acercándose a la puerta, entonces escuchó las voces.
— Así que tus bebes sobrevivieron, le hiciste creer a Liam que los había perdido y te hiciste pasar por muerta, resultaste ser una mosquita muerta en todo tu esplendor, qué cruel… — Alicia se cruzó de brazos, con altanería.
— No, en re