Luego de varios exámenes y algunas revisiones médicas, Ania esperaba en la camilla de una habitación, cuando Liam entró, todavía con la chaqueta llena de la sangre, secándose en su brazo.
— Liam… — Suspiró Ania preocupada, al verlo entrar todavía en la misma condición.
— El doctor me acaba de decir… Que todo está bien… — Comentó Liam pausadamente, mientras iba entrando en la habitación. — Eso es un gran alivio… — Concluyó inspirando profundo.
— Te dije que estaba bien… — Contestó Ania con cansancio. — No entiendo que…
Y entonces un amargo recuerdo llegó a la mente de Ania, el auto a toda velocidad, la sangre, la entrada de emergencias, la horrible imagen de la pedida de su bebé, ella tragó grueso.
— No entiendo por qué… Te preocupaste más por mí, que por ti… Aun en esa condición… — Murmuró Ania, sería, con el entrecejo arrugado, pero Liam no dijo nada. — ¿Es que no piensas en ti mismo?
— No… — Liam bajó la mirada y apretó la mandíbula. — No podía pensar en otra cosa que no sea