— ¿Por qué me dices todo esto? — Preguntó Ania extrañada.
— ¿Por qué más sería? Aunque tú pienses mal de mí y me hayas acusado de algo tan vil como soltarte a propósito en las escaleras, sigues siendo mi hermanita menor… Me preocupas. — Alegó Alicia, sonriéndole una vez más a Ania, con ternura.
— ¿De verdad crees que me comeré ese cuento? Te conozco Alicia, pero tengo que admitir que de alguna manera, todo lo que sucedió, también es mi culpa, por creer que habías cambiado… — Murmuró Ania, con dolor e impotencia.
— Ania, no digas eso… — Alicia bajó la mirada, con tristeza.
— Ya dime, ¿qué es lo que quieres?, ¿cuáles son tus verdaderas intenciones? — Insistió Ania, frustrada.
— Ania, querida, aunque no me creas… — Alicia se acercó, poniendo su mano sobre el hombro de Ania. — He venido para salvarte…
— ¿Qué? — Ania arrugó el entrecejo.
— Te recomiendo que te vayas lejos, huye… — Murmuró Alicia, viendo a su hermana con preocupación. — Aprovecha estos días que estás en la clínica, y