La Esposa Desechada. Esposo Súplica Perdón
La Esposa Desechada. Esposo Súplica Perdón
Por: Nieves G.D.
Capítulo 1 — Una inesperada visita

Con algo de náuseas y malestar por su embarazo, Ania abrió la puerta de la habitación, su hermana mayor, Alicia, traía una bandeja entre sus manos con un despampanante desayuno.

— Buenos días, hermanita. — La saludó Alicia con emoción.

— Buenos días…

— Mira, te traje el desayuno…

Alicia dejó la bandeja sobre la mesita central del recibidor que se encontraba al entrar en la habitación principal.

— Alicia, gracias… — Ania observó a su hermana con preocupación. — Pero no es necesario que hagas estás tareas, aquí contamos con suficiente personal para…

— ¡Tonterías, deja de quejarte! Mi pequeña hermana está embarazada… — La interrumpió Alicia. — Así que necesitas todos los cuidados y mimos, de primera mano, de quienes más te amamos, tu esposo y tu hermana mayor… — Se señaló a sí misma.

— Pero tú…

— Estoy bien, gracias al tratamiento que tú y Liam pagaron por mí, ahora estoy mucho mejor… — Alicia se encogió de hombros, como si nada. — Esto es lo menos que puedo hacer por ustedes, por salvarme la vida.

Ania suspiró contemplando a su hermana, ¡Vaya, cuánto había cambiado Alicia!

Desde que descubrió su enfermedad, Alicia había recibido una cucharada de humildad y gracias a eso, hoy no era la sombra de lo que antes fue.

Egocéntrica, altanera, grosera, impetuosa, eran algunas de las características que Ania recordaba de su hermana mayor, sin embargo, hoy en día, la personalidad de Alicia había dado un giro inesperado.

Ahora Alicia era una mujer dulce, amable y servicial, que emanaba amor y alegría por dónde quiera que pasaba.

— Gracias, amo que estés aquí apoyándome, pero no quiero que te sientas comprometida a nada por lo que hicimos Liam y yo por ti, ni mucho menos que te sientas como una muchacha del servicio, eres mi hermana y acabas de pasar por una fuerte enfermedad, mereces todas las atenciones que eso amerita… — Exhaló Ania, tomando las manos de su hermana mayor con cariño y algo se sintió extraño.

Ania bajó la mirada con el entrecejo arrugado, ¿qué era eso?, en las manos de Alicia había algo que se sentía como liso, suave, resbaladizo, pero no se veía nada anormal en sus manos.

Alicia pareció sorprenderse con el contacto de su hermana y con un repentino nerviosismo, se soltó rápidamente de las manos de Ania.

— No, no me molesta atenderte y no me siento comprometida a hacerlo, lo hago por qué quiero, Ania… — Replicó Alicia, para luego señalar rápidamente la bandeja con comida que seguía en la mesa. — Bueno, hermanita, por qué no te comes tu nutritivo desayuno antes de que se enfríe…

— Oh, si claro… — Reaccionó Ania, recordando la comida que seguía en la mesita.

Ania se pensaba servir una taza de humeante té, pero antes de que ella pudiera tocar algo, la puerta de la habitación se abrió y entró una inesperada visita que llamó la atención de ambas hermanas.

Y ambas chicas se quedaron de piedra cuando vieron entrar a nada más y nada menos que, la gran señora Georgia Carter, madre de Liam Carter, el esposo de Ania.

— ¡Señora Carter!

Ambas hermanas de inmediato se alinearon frente a la imponente y elegante mujer, bajando la cabeza en forma de reverencia, para saludarla.

— Bienvenida… Es un honor tenerla aquí… — Comenzó a saludar Ania.

— ¡Suficiente…! — La interrumpió la estricta mujer.

Georgia entró con su aire rimbombante y echándole una ojeada despectiva a Ania, pasó tomando asiento en uno de los pequeños sofás de la salita de la habitación.

— Estoy muy cansada del largo viaje que hice y envié una nota para que todo estuviera listo a mi llegada, pero me encuentro con que nadie me recibe… — Gruñó Georgia con muy mal humor.

— Señora Carter, lo lamento tanto… Yo no esperaba su visita tan pronto, no recibí ninguna nota, de haber sabido, que vendría hoy, le aseguro que la hubiera recibido como se merece y no de esta forma… — Intentó explicar Ania, completamente avergonzada y manteniendo la cabeza gacha.

— Puedo entender perfectamente que no eres de nuestro rango social y no debes comprender del todo nuestros estándares, ¿¡Pero acabo de llegar de un largo viaje nocturno y ni siquiera me ofreces un café o un desayuno?! — Siguió quejándose Georgia.

— Señora, por favor, discúlpeme… — Insistió Ania inclinándose ante la mujer, pues no quería ser una vergüenza para su amado esposo, desplantando a su madre de esa manera. — No fue mi intención, se lo juro, no quise ofenderla, mire aquí hay una bandeja con comida… ¿Qué le puedo ofrecer…?, ¿qué le puedo servir?

— ¡¿Me ofreces sobras de tu comida?! ¡Nunca antes había sido tan humillada de esta manera!… No tendría que haber esperado nada de una niña tonta, debí haber ido directamente a la empresa para hablar con mi hijo… — Voceo Georgia con asco.

— ¡No, señora, esa comida no ha sido tocada, se lo juro, la acaban de traer, nadie la ha tocado! — Explicaba Ania, nerviosa, cuando fue interrumpida por Alicia.

— ¡Yo voy por algo! — Anunció Alicia.

— No tienes que hacerlo, hermana, llamaré a alguien del servicio inmediatamente y… — Ania intentó detener a su hermana mayor, quien todavía lucía algo pálida.

— No te preocupes, no me molesta, ni me importa, ya te lo dije antes, quiero ayudar… — Replicó Alicia.

— Pero…

— Volveré rápido, lo prometo…

En un instante, Alicia salió prácticamente a la carrera de la habitación para buscar otra bandeja con comida, dejando a Ania perpleja, observando como se alejaba.

— Esto no habla muy bien de ti, niña… — Gruñó Georgia desde su asiento. — Sobre todo porque lo único que yo quería con este viaje, era comprobar que no eres una completa inútil o un parásito aprovechado, ahora que esperas a los herederos de mi hijo y no me quedó más opción que aceptarte en la familia…

— Yo, lo siento mucho, señora… — Musitó Ania, completamente desanimada.

La madre de Liam era famosa por ser despectiva, pero parecía que su mal humor en esa mañana, la hacía ser más insultante.

— ¿Qué es lo que sientes?, ¿no estar a la altura de mi adorado hijo?, pero aun así, te casaste con él, ¿no?… — Siguió Georgia con su implacable mal humor, notando que Ania seguía tiesa en el mismo lugar y ya tenía los ojos cristalizados, mientras que las manos le temblaban. — ¡Vamos!, ¡¿qué haces todavía ahí parada?!, ¡ponte a hacer algo, demuéstrame que estoy equivocada contigo!

— Yo… Lo siento… — Ania inspiró profundo, intentando aguantarse. — Por favor, permítame servirle una taza de té mientras espera…

— No seas tonta, niña… Ya te dije que no quiero nada manoseado… — Insistió Georgia, viendo como Ania se arrodillaba a un lado de la mesita, justo frente a la tetera.

— Esto… — Ania tragó grueso, intentando tomar valor. — Esto no ha sido expuesto, señora Carter, como puede ver, las bolsitas de té siguen selladas y el agua en la tetera, sigue humeando… Por favor, permítame servirle una taza de té para que calme sus nervios y se relaje un poco, mientras espera para tomar el desayuno…

Ania levantó la vista hacia la mujer, con el cuerpo tembloroso y el corazón agitado, ¿sería que estaba siendo insolente?, ¿haría molestar más a su suegra por insistir con el té?

Ella no quería decepcionar a su esposo y mucho menos empeorar las cosas con la prestigiosa familia Carter, quienes no la aceptaban.

Pues Ania veía esta, como su última oportunidad de arreglar las cosas, de demostrar quién era y ser aceptada por su suegra, así que, una vez más, ella inspiró profundo, intentando mantenerse serena y amable y le sonrió a Georgia con simpatía.

— Como quieras… — Gruñó la implacable mujer, volteando los ojos con hastío.

Y por primera vez desde que conoció a su suegra hace un tiempo atrás, Ania suspiró aliviada y de inmediato se esmeró en servir la pequeña taza de té.

Pero para su mala suerte, los temblores en sus manos, traicionaron a Ania y por un mal movimiento tropezó la taza, derramando el té servido, de inmediato, Ania se acomodó, arrimándose hacía un lado para que su suegra no viera el desastre que había hecho.

Así que, intentando disimular, como si nada hubiera ocurrido, Ania volvió a servir otra taza de té, al mismo tiempo que medio limpiaba el desastre que había hecho, con algunas servilletas, intentando desesperadamente que Georgia no se diera cuenta del derrame.

Una vez todo estuvo decente, agachada en el mismo lugar, Ania se giró con la taza servida en sus manos, ofreciéndosela a Georgia.

— Señora Carter, lamento la demora… Aquí tiene su taza de té.

Georgia observó la taza en las manos de Ania y pudo vislumbrar como estás le temblaban ligeramente, de mala gana tomó la taza y le dio un minúsculo sorbo al té, para volver a voltearse, ignorándola.

Pasaron varios minutos, mientras que Ania prácticamente le hablaba sola a Georgia, preguntándole por la familia, cuando Georgia habló nuevamente.

— ¿¡Hasta cuándo tengo que soportar esto!? ¿Anda a ver porque se demoran tanto con mi desayuno?, siento que si no como algo pronto, me voy a descompensar en cualquier momento…

— Sí, señora… — Ania se levantó de inmediato, notando extrañada que Georgia parecía estar palideciendo.

— Oh, cielos, ¿qué clase de té es ese?, ¿qué le echaste? — Empezó a quejarse Georgia, largando la pequeña taza que aún seguía en su mano, los pequeños pedazos de porcelana fina rota saltaron por todas partes.

— ¿Qué? Yo… Yo no le eche nada, es solo té… No sé… ¿Necesita que la ayude en algo? — Ania intentó acercarse a Georgia al ver que la mujer intentaba levantarse del sofá.

Pero Georgia se desplomó al instante, como si las piernas no le funcionarán, mientras tosía como si le costará respirar.

— Ahhhhhhhh. — Gritó Ania, en pánico, agachándose junto a su suegra, sin saber qué hacer.

Mientras que el cuerpo de Georgia comenzó a contraerse y tensarse, como si se retorciera con violentos espasmos, la piel de su rostro se volvió tan blanca como un papel y sus ojos se voltearon al mismo tiempo que comenzó a botar espuma por la boca.

Justo en ese momento, entró Alicia en la habitación, largando la bandeja con la comida, horrorizada con la escena que se había encontrado.

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