Llegar a la mansión Carter, aquella casa que hasta hace poco Ania consideró su hogar, no había sido tan duro y tan difícil antes.
Ni siquiera cuando Liam fue a presentarla con su madre, Georgia, a pesar de que Ania era una pobretona a la que todos miraban con gestos despectivos y le hablaban de manera chocante.
Ni tampoco cuando se casaron y Georgia vocifero allí mismo, que Ania no era bienvenida y que no formaría parte de la familia, jamás.
No, eso no era nada, comparado con esta ocasión, en donde todos la veían con odio, con rabia y murmuraban que Ania era una asesina.
Ella hubiera preferido que Liam la hubiera enviado a otra parte, antes que tener que vivir de nuevo en ese lugar, como su nueva prisión y con todos odiándola.
— Está va a ser tu nueva habitación… Tus cosas ya están acomodadas aquí, tienes un baño, una joven del servicio te traerá las comidas, meriendas y hará la limpieza… — Ania respiró profundo.
Ella fue a entrar, detallando el lugar y se sorprendió cuando Liam